miércoles, 24 de agosto de 2016

Presentación






PRESENTACIÓN


Somos los caminantes que recorren el Qhapaq Ñan en busca de avivar la chispa que encenderá la pradera de las grandes transformaciones. Nuestro habitad está en el corazón de los andes del sur peruano entre los diamantes y pedernales que unen la gloria del Qosqo (Cusco) y Arequipay (Arequipa).

El firme ideal que nos guía es hacer de la lectura un placer innato, de la literatura una forma de vivir.  Consideramos firmemente que la literatura es compromiso, porque toda literatura es social. Definitivamente. Leer es vivir en armonía con el reflejo artístico (poético, narrativo…trágico) del mundo que nos rodea… es armonizar con la naturaleza (para nosotros la Pacha mama) generadora infinita de vida.


Convocamos a todos los jóvenes del mundo, a emprender la tarea insoslayable de interpretar el mundo a través de los libros y la lectura… solo ella nos abrirá los ojos y nos quitará las vendas…para ver más allá de nuestras narices… y asumamos la lucha por salvar a nuestro planeta de las cucarachas que nos gobiernas desde pantallas de computas y sepultarlas para siempre en el “hueco de la inmensa sepultura”

miércoles, 14 de octubre de 2015

¿POR QUÉ PICHÓN DE CÓNDOR?

Huaco


 Yo soy el coraquenque ciego
que mira por la lente de una llaga,
 y que atado está al Globo,
como a un huaco estupendo que girara.


Yo soy el llama, a quién tan sólo alcanza
la necedad hostil a trasquilar
volutas de clarín
volutas de clarín brillantes de asco
 y bronceadas de un viejo yaraví.

  Soy el pichón de un cóndor desplumado
 por latino arcabuz;
 y a flor de humanidad floto en los Andes,
como un perenne Lázaro de luz.

Yo soy la gracia incaica que se roe
 en aúreos coricanchas bautizados
 de fosfatos de error y de cicuta.
A veces en mis piedras se encabritan 
 los nervios rotos de un extinto puma.

 Un fermento de Sol; 
¡levadura de sombra y corazón!
César Vallejo

En estos versos de Vallejo habla la voz misma del pueblo indígena incaico con un mensaje claro y lleno de dramatismo.
El título “Huaco” es muy probable que nos sugiera la imagen del equivalente masculino de “Guaca”, voz quechua que designa a fuerzas espirituales capaces de encarnarse en cualquier objeto, pero que principalmente toman la forma de pirámides sagradas, encargadas, según la mitología inca, de proteger a los individuos, las cosechas y a los propios muertos (es por eso se actualmente se han encontrado estas pirámides en sepulcros indígenas)
El poema se compone de cinco estrofas de irregular número de versos, cada uno con diferente cantidad de sílabas. La rima es asonante en algunos casos y no sigue orden alguno. En las cuatro primeras estrofas aparece la figura del sujeto poético declarando su identidad a través de la afirmación “yo soy” o sencillamente a través del “soy”   (esta identidad se sitúa en un tiempo presente) identificándose después con variadas figuras animales que simbolizan el imperio incaico: primero el coraquenque, que en quechua designa a un pájaro cuyas se usaban como símbolo de la realeza en el tocado de los incas; luego el llama que en este mismo idioma alude a un mamífero rumiante camélido que en los pueblos indígenas de los andes es domesticado hasta nuestros días; posteriormente se autodenomina el pequeño cóndor, típica ave andina y, finalmente, declara ser la gracia incaica una entidad espiritual que sufre hoy la decadencia, “que se roe”.
A través de todos estos símbolos habla el pueblo inca y declara su dolor, su maltrato sufrido y su ocaso.
En la metáfora presente en los dos primeros versos se nos presenta la figura radiante del coraquenque en un estado calamitoso, está “ciego”, es decir, ofuscado, poseído por la vehemencia del dolor, de una “llaga”. Luego se expone su incapacidad de desligarse del “globo”, que podría interpretarse como el mundo, el universo, la vida misma. El sujeto pájaro, quien ha perdido su esplendor y dignidad y que se siente forzado a seguir viviendo, compara su situación con un “huaco estupendo que girara” que fácilmente podríamos vincular como la muerte, pues los sepulcros de la nobleza incaica eran llamados “huacas” (esta fuerza espiritual puede tomar múltiples formas) y su movimiento giratorio podría indicar un ciclo de muerte que jamás acaba, que se repite a través de los tiempos, que impide la quietud y la paz.
En la segunda estrofa “el llama” se confiesa “trasquilado” por la “necedad hostil”, es decir, menoscabado, dañado por un necio enemigo, alguien que ciegamente y sin razón está contra él. Los versos que continúan el poema hablan de las “volutas de un clarín” de un “viejo yaraví” o sea, los sonidos de las voces, sonidos repetitivos, viejos, metálicos y “brillantes de asco”, es decir, las voces indígenas que exclaman tristeza y desprecio ante los acontecimientos.
En la tercera estrofa el pequeño cóndor, ave majestuosa que recorre la región andina, se nos presenta “desplumado” por “latino arcabuz” es decir, se repite la imagen del mundo incaico como un ave esplendorosa, un verdadero imperio, destruido, pero esta vez se nos habla del culpable: el “latino arcabuz” el arma de fuego usada por los colonizadores metropolitanos. En esta estrofa se muestra un atisbo de esperanza, pues el ave ha resucitado y aun conserva su luz y su grandeza, flotando allí, en la inmensidad de los Andes.
En la cuarta estrofa el hablante se llama “la gracia incaica” una fuerza que poco a poco se descantilla menudamente en los falsos grandes templos occidentales los “coricanchas (templos del sol del Cuzco) bautizados de fosfatos de error y de cicuta”, donde habita la injusticia y el veneno.
El sujeto muestra a veces su ira en la profundidad de la piedra, su propio ser, la ira del instinto natural, la ira del dolor venida desde su esencia misma (el puma).
En la última estrofa nos reitera su presencia, lo que aún permanece de su vida: su  energía (el Sol)  su tristeza (su sombra) y su sentimiento (el corazón).
A través de este texto de Vallejo, pletórico de símbolos y con una gran fuerza interior, con la mezcla permanente de vocablos indígenas y castellanos, se refleja el mundo interior del inca, su dolor intenso, el sufrimiento producido por el invasor, su rabia y su esperanza en un porvenir, allí nos muestra su esplendor pasado, su decadencia y lo que aún vive: su espíritu y el sentimiento de una raza.
Sin lugar a dudas, mediante sus versos, Vallejo expresa algo más que una necesidad de apelar al folclore como una temática más, la intensidad de su voz nos llega como una protesta desde las mismas raíces del imperio.

por Carolina Valenzuela Martínez
Artículo publicado el 06/07/2007